Así pues, el autocar partió de Cork bien temprano, una vez estábamos todos (el tour se reserva con antelación, por lo que se sabía quiénes éramos los pasajeros). Desde el minuto uno el conductor además nos iba explicando todo lo que íbamos viendo e intentando que nos conociéramos más entre nosotros; había sobre todo turistas españoles y estadounidenses.
El viaje hasta los acantilados dura unas cuatro horas, así que a mitad de camino hicimos una primera parada junto a un centro comercial de Limerick, donde apenas hubo tiempo para un café y ver un castillo a lo lejos. Es decir, ese no fue el día que conocí la ciudad de Limerick, sino su centro comercial.
Pero un tour es un tour y no iba a incluir solamente los acantilados en sí... También hubo ocasión para visitar el Burren, un paisaje kárstico en el condado de Clare, ya cerca de la zona donde están los propios acantilados y que está catalogado como parque nacional.
Lo más impactante era el viento, un viento que soplaba con una fuerza como pocas veces he visto (más bien, como creo que nunca había visto y pocas veces veré). Era necesario agarrarnos los unos a los otros para no caernos, como le sucedió a una servidora queriendo hacer fotos y que casi se rompe la muñeca y la cámara de fotos en el intento (los arañazos que conserva son prueba de ello). Además del viento había que luchar contra la espuma voladora que nos acechaba directamente desde el océano, y aún no habíamos llegado a la parte más escarpada de los acantilados, sino que estábamos en la antesala.
Y ya por fin nos acercamos a los famosos acantilados de Moher. Con las condiciones climáticas adversas aún persistiendo, el guía nos tranquilizó con que en caso de perdernos al día siguiente volvería a buscarnos con otro grupo. Irish humour.
Y ya por si tenemos más interrogantes acerca de los acantilados en la zona hay también un museo explicativo sobre los mismos. La entrada iba incluida con el tour, así que fuimos a visitarlo también. Sobre todo había paneles explicativos sobre la fauna marina y alguna maqueta de los acantilados.
Aunque contándolo parece más breve, el día fue bastante largo (desde Cork hay unas cuatro horas de distancia, y en mí caso había que añadirle casi una hora más hasta Bandon más la espera en la estación de autobuses). Así que ya por último parada técnica en otro pub junto a un castillo, y a descansar, que al día siguiente ya tocaba trabajar.
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